Rosetta es una sonda espacial de la Agencia Espacial Europea que fue lanzada el 2 de marzo de 2004. Su misión era poder llegar al cometa 67P y analizar la superficie del mismo. La distancia a recorrer era enorme y la duración prevista del vuelo era de unos 10 años. Esto hizo imprescindible planificar una estrategia de vuelo que permitiese el mayor ahorro posible de combustible. Se incluyeron, por tanto, tres sobrevuelos a la Tierra para obtener una asistencia gravitatoria que permitiese que la sonda ganara velocidad para alcanzar la órbita del cometa destino. No, no es un post sobre física, ni sobre astronomía…
Quiero hablar sobre Coaching y su importancia en la “asistencia” para ganar velocidad y conseguir los objetivos que cada uno se haya propuesto. El Coaching, tanto de personas como de los equipos dentro de las organizaciones, es una herramienta de incalculable valor. Muchas de las razones de ello se han expuesto en los miles de libros y artículos que se han escrito al respecto. Alcanzar objetivos nuevos, metas diferentes, requiere un gran esfuerzo y no siempre se consigue. No se trata de falta de interés, ni de la manida “resistencia al cambio” (al menos no de una forma consciente).
En realidad, se trata de la dificultad de “despegarnos“ de un lugar conocido (de nuestra Tierra) y de unos hábitos y formas de vida que, con todas sus limitaciones, nos han servido para llegar donde estamos y que están profundamente arraigadas en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo, que se han convertido en respuestas semiautomáticas y que no requieren de la atención consciente para ejecutarse. Cuando decidimos afrontar un proceso de cambio, la energía que necesitamos para mantener el propósito (lo que llamamos “voluntad”) es tremenda, y la voluntad se “gasta”. Los expertos hablan de “willpower depletion”, que se manifiesta en el hecho de que, si tenemos que esforzarnos mucho en algo, estaremos menos preparados para afrontar los siguientes retos que nos vengan. De ahí la tremenda importancia que adquiere el Coaching.
Además de ayudarnos a visualizar los objetivos (el cometa), la trayectoria para llegar a él (el plan de acción), se convierte en un espacio de asistencia, sin juicios, sin pre-juicios, en el que podemos descansar, reponer las energías, ajustar la trayectoria, volver a visualizar el objetivo y reemprender el vuelo con la seguridad de que, si algo va mal, podremos volver allí. El proceso de cambio es un camino ignoto en el que surgirán sorpresas, sendas cortadas, caminos cegados, paradas inesperadas… Todo ello nos puede desanimar e invitarnos a volver al inicio. Si al emprenderlo sabemos que no estamos solos, todo será mucho más fácil, podremos recorrer el camino, incluso disfrutar de él.
Ayudo a los Despachos Profesionales en los Procesos y la Tecnología. Licenciado en Derecho, Máster en Asesoría Fiscal y Abogado colegiado. Más de 15 años de experiencia en la dirección de Despachos Profesionales. Inversor en startups tecnológicas y fundador del Centro de Innovación de Despachos Profesionales.